Operación Frontera

Claudio Acosta

Es entendible que el vocero del Ejército, el coronel Oscar Ares, se haya rehusado a opinar sobre el apresamiento de cinco de sus miembros a los que se vincula a una presunta red dedicada al tráfico de haitianos, alegando que está obligado a respetar las normas de la institución que se lo prohíben. Pero ese secretismo, tan propio de los organismos castrenses, en casos como este conspira contra la institución y su imagen frente a la opinión pública, que está preguntándose si a- demás de los dos segundos tenientes, los dos sargentos y el cabo a los que el Ministerio Público acusa de complicidad en la red criminal, también están involucrados algunos “jefezotes”.

Desde hace tiempo se sabe, a tal punto que se da ya como una verdad conocida y aceptada a regañadientes por la sociedad, que sin la complicidad de los militares que custodian la frontera no serían posibles los niveles de penetración ilegal que estamos viendo; pero no se había actuado en consecuencia, como acaba de ocurrir con la llamada “Operación Frontera” que durante año y medio le dio seguimiento a las actividades de la red criminal que acaba de ser desmantelada y sus integrantes, diez civiles y cinco militares, sometidos a la justicia ordinaria.

Lo que significa que sí es posible enfrentar a los traficantes de haitianos ilegales, como quedó demostrado también que los militares no son intocables y que no están por encima de la ley. Y esa es una buena noticia que tenemos que celebrar y agradecerle a la Procuraduría Especializada Contra el Tráfico Ilícito de Migrantes y Trata de Personas, cuya existencia muchos ignoraban

Esperemos que este no sea ni el primero ni el único caso que veamos en la justicia, pues tratándose de un negocio tan lucrativo (los haitianos pagaban entre 4,500 y 8,000 pesos para pasar para este lado) de seguro no faltará gente dispuesta a continuar el negocio, ni tampoco miembros del Ejército que le sirvan de cómplices aunque “La Jefatura” se rehúse a opinar sobre el tema.