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Economía

Macron visita EE. UU.: el pulso diplomático para evitar una guerra comercial transatlántica

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El viaje de Emmanuel Macron a Washington esta semana se perfila como una vía diplomática crucial en la que Europa intenta persuadir a EE. UU. de flexibilizar sus políticas frente a la UE. La Ley de Reducción de la Inflación es la última espina de las tensiones por los subsidios al otro lado del Atlántico que golpea las exportaciones de vehículos eléctricos del Viejo Continente. Una guerra comercial transatlántica sería inevitable, en caso de una negativa a modificarlo, en momentos en que los aliados responden a los efectos globales de la guerra rusa en Ucrania.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden, en Alemania, el 26 de junio de 2022.© Ludovic Marin/ AFP

Dos antiguos aliados al borde de una guerra comercial que intentan frenar.

El viaje oficial de tres días del presidente Emmanuel Macron a Estados Unidos ha sido anunciado con pompa por la Casa Blanca y descrito por el portavoz John Kirby como la llegada del “líder dinámico” del más antiguo aliado de Washington.

Pero detrás de la primera visita de Estado bajo la Administración de Joe Biden, se encuentra una serie de desavenencias que ambos líderes intentarán desenredar, marcadas especialmente por el plano comercial.

La mecha que podría estallar el enésimo conflicto comercial de la historia entre Europa y Estados Unidos recae en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que Joe Biden promulgó el pasado 16 de agosto.

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La norma, aprobada en un intento por mitigar los efectos inflacionarios en medio de la guerra rusa en Ucrania, conlleva un paquete de subsidios por alrededor de 370.000 millones de dólares para la construcción de turbinas eólicas, paneles solares y microprocesadores.

La medida también incluye hasta 7.500 dólares en subsidios para los compradores de vehículos eléctricos fabricados en suelo estadounidense, un golpe para ese rubro económico en el Viejo Continente, donde Francia y Alemania son los principales productores de ese tipo de autos.

Desde el otro lado del Atlántico aseguran que Estados Unidos estaría aprovechando el primer conflicto en Europa desde la Guerra de los Balcanes en la década de los 90 para construir una ventaja comercial sobre la Unión Europea (UE), su aliado político, pero rival en el plano económico.

Bruselas señala que las extraordinarias contribuciones de la Administración Biden a sus industrias, que favorece a compañías como Tesla, de Elon Musk, excluyen del mercado estadounidense y dejan en desventaja a los BMW de Alemania y los Renault de Francia.

"Creo que esto no está en línea con las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y no está en línea con la amistad", destacó Macron a principios de noviembre, tras una reunión con representantes de 50 sitios industriales franceses.

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“Un enfoque proteccionista y “agresivo”: Macron intentará disuadir a Biden

El principal argumento desde el lado europeo es que la primera potencia debe mostrar mayor solidaridad con el Viejo Continente, que está soportando la peor carga económica por la guerra de Vladimir Putin y las respectivas sanciones a los hidrocarburos de Moscú que han impactado en el mercado global.

Como si no fuera lo suficientemente irritante que los precios de la energía de la UE ahora estén muy por encima de los de EE. UU., los europeos están indignados con las nuevas medidas comerciales de su socio que los ponen en desventaja.

En un contexto de creciente frustración en Europa, EE. UU., que es energéticamente independiente debido al desarrollo del gas y el petróleo de esquisto o no convencional, se beneficia de precios más bajos y más estables.

Macron ya ha acusado a Washington de adoptar un enfoque proteccionista "agresivo" y asegura que los precios de la gasolina estadounidense no son "amistosos".

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En este sentido, el Palacio del Elíseo señaló que durante su visita, el mandatario francés presionará por “más unidad transatlántica” en las políticas de inversión y el impacto de la guerra en Ucrania.

La preocupación no es para menos, ya que el plan estadounidense, que podría crear una importante distorsión de la competencia, podría ocasionar que Francia pierda "10.000 millones de euros en inversión" y "10.000 puestos de trabajo potenciales", según aseguró esta semana la primera ministra, Elisabeth Borne.

Macron tiene una lista de peticiones clara. El avance clave para Macron sería algún tipo de concesión para que los aliados europeos obtengan los mismos derechos en los acuerdos de subsidio del IRA, como ocurrió con las empresas canadienses y mexicanas.

Sobre el gas, plantea una cuestión más espinosa ya que los precios los fija el mercado, pero el Elíseo afirma que el presidente de EE. UU. tiene varias "opciones" para reducir los precios.

Biden “debe tener en cuenta lo que sucede después de la guerra. La UE está soportando la peor parte de las sanciones y el impacto de este esfuerzo contra Rusia es bastante claro (…) Existe el riesgo de que los desequilibrios empeoren a medida que la UE paga precios de energía más altos y EE. UU. toma medidas para impulsar la inversión en la industria”, indicó un funcionario del Ejecutivo francés.

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Sin embargo, algunos expertos subrayan que es poco probable que la Administración Biden retroceda en su impulso. “Es importante entender que esto no está en el espíritu de Estados Unidos, que siempre ha privilegiado su comercio y su economía en detrimento de otras potencias”, explicó Stéphanie Villers, economista de PricewaterhouseCoopers.

¿Una medida de 'ojo por ojo'?

El riesgo apunta a que ante una posible negativa por parte de Washington, la UE considera una serie de contramedidas. Entre ellas, la creación de una ley para comprar solo productos de Europa para proteger las industrias de energía verde en sus países y en respuesta a la acción similar sobre la compra en Estados Unidos de productos locales que compiten con los de sus aliados europeos.

Si Biden no accede a las peticiones, una guerra comercial transatlántica podría ser inevitable, en medio de una política de ojo por ojo, ante posibles aranceles de represalia.

Si EE. UU. no modifica su Ley de Reducción de la Inflación, la UE debería utilizar medidas "coercitivas" para garantizar que las empresas europeas se beneficien de las mismas condiciones que las empresas estadounidenses, sostuvo el ministro de Comercio francés, Olivier Becht, el pasado viernes 25 de noviembre.

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El propio Macron ha señalado en repetidas ocasiones que no se quedaría de brazos cruzados mirando a los estadounidenses y los chinos aplicar políticas agresivas de subsidios estatales. Francia está presionando para que la UE despliegue su propia ola de subsidios y los reserve para los fabricantes europeos.

Sin embargo, aún no hay consenso y ante los riesgos que representa, Bruselas podría considerar apoyar sus industrias, pero dejando los subsidios fuera de la ecuación. “Tenemos que tener mucho cuidado con los subsidios para evitar una guerra comercial", resaltó Jozef Sikela, ministro de Industria y Comercio de la República Checa, que ocupa la presidencia rotatoria de la UE.

"La pregunta es si Europa realmente tiene espacio de maniobrar para contrarrestar estas disposiciones. Podríamos implementar las mismas protecciones a nivel europeo, pero sabemos que en este juego es una situación en la que todos pierden", sintetizó Villers.

Ante las difíciles concesiones, está previsto que Macron negocie algunas exenciones y ajustes, pero aún no está claro si EE. UU. cederá a las demandas francesas.

Con Reuters, AP y medios locales

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